Terror, traumatización y programación mental de masas: la marca registrada del Estado Profundo

El miedo es una herramienta de control social de la que se vale la sinarquía del estado profundo para mantener el control de las naciones. En el libro de cabecera de dictadores y dirigentes políticos, El Príncipe, Maquiavelo escribió: “Quien controla el miedo de la gente se convierte en el amo de sus almas”.
La información que circula en los medios de comunicaciones masivos refleja y determina en alto grado el estado de salud mental de una sociedad. La sobreinformación, amalgamada con desinformación vertida deliberadamente por los medios hegemónicos propagandísticos, pueden inducir con relativa facilidad a una nación a pasar de un período de alarma a un estado de terror. En este momento, las operaciones psicológicas (PSYOPS) con base en el terror y la traumatización están siendo implementadas por los gobiernos súbditos al estado profundo en todos los rincones del planeta.
Las operaciones de dialéctica hegelianas, es decir; tesis-antítesis-síntesis, son metodológicamente implementadas contra la población civil por los gobiernos de la sinarquía, con el fin de dividir a las masas para controlarlas. El general chino, Sun Tzu, escribió en El Arte de la Guerra en el siglo IV a.C: “Luchar y ganar las batallas no es la suprema excelencia, sino que la suprema excelencia consiste en ganar las batallas sin luchar”, y remarcó: “Todo el arte de la guerra está basado en el uso del engaño”. La población civil, infantilizada y lobotomizada, constantemente es atacada por el gran victimizador; Papá Estado, quien entretelones urde operaciones para desestabilizar y abastecer de miedo constante a la población.
Es el Estado quien fabrica las causas para luego beneficiarse con las consecuencias. Son los gobiernos, controlados por los altos iniciados en conocimientos mistéricos detrás de escena, quienes manifiestan una crisis para luego sentarse a ver en el trono cómo la sociedad, profana y aterrorizada, pide a gritos una solución. En el momento propicio -en el clímax del holókauston- los líderes en escena se levantarán bramando un insondable "¡héurēka!". Esta resolución del conflicto por parte del Estado siempre estará ligada al ejercicio de vigilancia, control y consecuentemente a la pérdida de las libertades sobre sus víctimas predilectas. Como en el caso de la denominada Ley Patriota en Estados Unidos: «Ley para unir y fortalecer América proveyendo las herramientas apropiadas y requeridas para impedir y obstaculizar el terrorismo». Ley que surgió después del ataque de demolición controlada y de falsa bandera por parte del estado profundo estadounidense y que tuvo como principal propósito -además de invadir Irak y Afganistán-, sobre todo, el espionaje masivo y detenciones inconstitucionales de ciudadanos bajo la tutela del Estado omnipresente. Un régimen orweliano en toda regla.
El tramo más tormentoso y de mayor calamidad todavía no llegó, pero el ojo entrenado lo podrá vislumbrar. El inefable objetivo de la Crisis de las crisis, es que las libertades naturales, inexpugnables, con la que los seres humanos vienen al mundo, sean sistemáticamente atacadas y pisoteadas hasta que éstos acepten -y supliquen- el control total sobre todo lo que son y representan.